El lema favorito de Porfirio Díaz era “poca política y mucha administración”.
Esta frase resumió su idea sobre la forma en que México debía ser gobernado y convirtió al Porfiriato en una dictadura. Sólo la voluntad del Presidente era valiosa y debía obedecerse por completo.
Esto implicaba, entre otras cosas, que: las decisiones importantes para México serían tomadas por él, que los diputados y senadores tenían que aprobar todo lo que les propusiera, que los mexicanos debían confiar totalmente en la habilidad y el patriotismo del Presidente de la República y que nadie podía expresar ideas u opiniones que contradijeran a Porfirio Díaz.
Para poner en práctica su lema, Porfirio Díaz formó su gabinete con personas que le eran totalmente fieles y quienes, junto con él, permanecieron en el poder por décadas. Todos ellos eran de edad avanzada y pertenecían a un grupo llamado “los Científicos”.
La falta de oportunidades para que otros ciudadanos mexicanos participaran en la política causó gran descontento e impidió que ideas más progresistas se incluyeran en los proyectos del gobierno.
Además, Díaz mandó encarcelar o expulsar del país a los periodistas e intelectuales que no estaban de acuerdo con él e impidió que se formaran agrupaciones políticas de oposición; el único grupo permitido fue el Partido Reeleccionista que lo apoyó totalmente.
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