A pesar de que en el país existían “orden y progreso”, la desigualdad social era alarmante.
Mientras la mayor parte de la riqueza estaba concentrada en unas cuantas familias, millones de mexicanos vivían en la más absoluta pobreza.
La clase media estaba formada por abogados, maestros, pequeños y medianos propietarios, funcionarios menores de gobierno, médicos y otros profesionales que deseaban mejorar social y económicamente.
En 1910, al finalizar el Porfiriato, la población mexicana era de 15 millones de habitantes. Una tercera parte de ella estaba formada por indígenas muy pobres e incultos, habían poco más de 5 millones de mestizos dedicados a muy diversos oficios y el resto eran extranjeros que habían venido a México para trabajar, invertir o simplemente a vivir aquí.
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